Magokoro

 

«No sé por qué fui elegida para escuchar, día tras día durante las cuatro semanas que me pidió que regresara a la misma hora, la historia de su vida. Que cambió la mía».

Shizoku le relata su vida a una completa desconocida que ha atravesado la puerta de su tienda. Parece que la espera así que quizá no sea tan desconocida al fin y al cabo. Acaba por entregarle una carta, una carta que nunca había abierto, una carta que nunca había leído: la carta del padre de Haru. Una carta que merecía ser leída, una carta que, como figura en la solapa del libro todo el mundo debería recibir al menos una vez en la vida.

Quizá carezca de importancia no haber leído el libro anterior (Haru. Flavia Company. Navona editorial 2024) pero creo que es conveniente porque yo no lo he hecho y seguramente entendería mejor la relación entre padre e hija, el porqué de la carta y las motivaciones que tiene el padre de Haru para escribirla. A pesar de ello y si solo atendemos a los sentimientos que se desprenden de las palabras escritas, y nunca leídas, asistimos a la mejor enseñanza que un padre le puede trasmitir a un hijo.

La palabra Magōkoro está compuesta por dos kanjis:MA que significa “Verdad” y KOKOROque significa “Corazón, mente, alma”, de ahí que se pueda traducir literalmente por corazón verdadero pero también por cordialidad, honestidad o sinceridad, en una clara referencia a la actitud de buena fe que debe estar presente en una persona de bien. No es de extrañar pues que el padre se despida de su hija con esta mágica palabra.

«Bueno, una carta honesta es una muestra de respeto y de confianza, les digo entonces. Un sentimiento puro de entrega a los demás, sin mentiras ni adornos. Magōkoro. Me llevo las manos a la cabeza para pensar en tí, a la boca para hablar contigo, al corazón para sentir contigo».

Cuatro palabras clave componen la carta: Kokoro (corazón), I (consciencia), Ai (amar). Cuatro palabras con las que el padre de Haru repasa la vida de su pequeña con anécdotas compartidas pero también con historias de su propia infancia. Vida y muerte, el sufrimiento que causan ambas pero por cuyo camino hemos de transcurrir todos. Yo he rescatado de cada uno de estos capítulos una frase y una idea.

Kokoro. «Hay un hilo dorado entre las personas que te han traído al mundo y las personas que traes tú. Un hilo dorado que te atraviesa justo por en medio y que te hace tener presente la estrecha relación entre la vida y la muerte». Kokoro es el hálito que da vida.

I. «El camino, llamémoslo compromiso, es una decisiónn vital, Haru. No es una manera de hacer. Es una manera de existir». I es no esperar nada, y seguir intentándolo.

Ai. «¿Cómo saber si te amas? La fórmula es sencilla de decir y muy complicada de llevar a la práctica: sabes que te amas el día que coinciden tus pensamientos con tus palabras y con tus actos». Ai, amar lo es todo, es el motor que mueve el mundo.

Magōkoro. «El problema de los seres humanos es que queremos dar sentido a nuestras vidas, no a cada instante. Qué ingenuidad la nuestra». Magōkoro es entrega.

El libro en sí ya es una belleza, tenerlo entre las manos con ese papel rugoso, esa bellísima encuadernación con las guardas llenas de flores, ¿o son peces?, muy japonés, y muy bonito. Pero es que llega el epílogo y es el mejor remate posible. Sí, efectivamente todos deberíamos recibir una carta así en algún momento de nuestra vida. 

Da gusto recibir un libro así. Gracias editorial Navona, primero por editar algo tan bello y luego por enviármelo. 

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