Diario de la luna menguante

 

Ankamon-in no Shijō o, como se la conocerá posteriormente, Abutsu ni, conoce perfectamente el Genji monogatari (parece ser que Fujiwara no Tameie incluso le encargó una copia) tanto que las dos obras que forman este libro (sobre todo la primera) parecen un remedo de la novela de Murasaki Shikibu.

En el magnífico prólogo de Teresa Herrero leemos: «Muchos han criticado su falta de originalidad y su excesivo apoyo en los textos clásicos», no puedo estar más de acuerdo con esta apreciación. Pero hay que leerla para apreciar esa falta de originalidad...si es que existe, o no. En mi modestísima opinión, sí, existe.

En el primero de los relatos, Un sueño ligero o en la duermevela (tremendamente meritorio al estar escrito por una adolescente Abutsu), ahonda en una imposible relación amorosa y el viaje que propicia la pena del desamor, utilizando las figuras literarias propias de la corte Heian, como el simbolismo de la naturaleza en el que el ciclo de las estaciones (en este caso, primavera-otoño) describe la evolución de la relación amorosa.

El Diario de la luna menguante parece escrito por otra persona, de hecho algunos dudan de su autoría, mientras que para otros sería una demostración de la versatilidad como escritora de Abutsu. Dividido en jornadas (aunque no se haga de manera explícita seguramente estaría dividida en cuatro partes claramente diferenciadas: preámbulo, diario de viaje, correspondencia y poema final) narra los preparativos y los motivos del viaje desde Heian-kyo hasta Kamakura para tratar un asunto legal.

«Durante largo tiempo, este diario ha sido apreciado más por su calidad de documento histórico sobre los cambios de la nueva que por su valor literario». Nuevamente lo corroboro.

Abutsu ni ha sido una de las mujeres más leídas e interpretadas, una de las primeras en utilizar su propio nombre como autora, supo ganarse un lugar de privilegio en la historia de la literatura japonesa y la única mujer en ocupar un lugar como jurado de los concursos literarios, además de la única mujer seleccionada por el regente Hōjō Tokimune para aparecer entre los treinta y seis poetas de Poemas chinos y japoneses de los mejores treinta y seis sabios poetas vivos (1276).

Reconozco que ya solo por todas estas efemérides merece la pena leer el libro y descubrir a esta mujer tan interesante, aunque... La novela de Genji (la literatura de la época Heian en general) es tan peculiar, extraordinaria e identificable, que cuesta leer algo que se le parece pero no es. De todos modos debo reconocer que hay párrafos bellísimos, sobre todo en el primero de los relatos.

«Las hojas de los árboles cambiaron de color paulatinamente. Que alguien tan desafortunado como yo fuera capaz de sentir la brisa del otoño resultaba inmensamente triste».

«Dando la espalda a la pared, con la luz del candil como única compañera, esperaba la llegada del amanecer, mientras la desesperación y las gotas de mis infinitas lágrimas superaban la lluvia que tamborileaba en la ventana».

«No me importa morir, y si por mí fuera, ya habría abandonado mis cavilaciones hace mucho tiempo. Pero mi incontrolable corazón se ciega al pensar en mis hijos y no puedo disipar las preocupaciones que me invaden al pensar en el arte de la poesía».



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