La luz del norte

 

«Le habían encargado el diseño de una casa de cuarenta millones de yenes, y sin embargo estaba lejos de sentirse eufórico, quizá porque la petición de los clientes había sido demasiado directa: «Queremos lo mismo que construyó en Shinano-Oiwake».

Y es que la casa que la familia Yoshino le había pedido que hiciera se parecía mucho a la que él mismo hubiera diseñado para vivir junto a su esposa y su hija. Solo que ya no vivían juntos y debía esperar a la visita mensual para estar con su hija. La conocida como Residencia Y le perseguía profesionalmente, todo el mundo la alababa y todos le envidiaban, pero a él le seguía resultando incómoda porque le recordaba que nunca fue capaz de construir un hogar para su familia.

«Menos mal que no nos hicimos la casa», llegó a decir Yukari, su mujer. Pero esa casa estaba hecha, él la había construído, no para ellos sino para una familia que ahora había desaparecido, y que ni siquiera la había estrenado. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué el encargo si ahora ni siquiera se molestaban en vivir en ella?

Minoru Aose, el arquitecto, deja a un lado su profesión para dedicarse, como si fuera un investigador privado, a buscar una explicación coherente a esa desaparición y a ese misterioso encargo. Quizá lo que descubra no le haga feliz, o quizá le sirva para resolver el pasado teniendo en cuenta que su presente le disgusta tanto. ¿Por qué le perseguía la idea de que su infancia fue una época angustiosa? Recordaba a su padre, constructor de presas, con orgullo, aunque su familia debía trasladarse por todo el país buscando nuevos proyectos de obra pública. Quizá su infancia no fuera tan mala como el la recuerda… Las enseñanzas de su padre, los pájaros que le regaló para suplir las carencias… Siempre tuvo claro que quería ser arquitecto y encontrar la construcción perfecta.

«—¿Qué es lo más bonito del mundo para ti?

Okajima había vuelto a cambiar de tema. Él iba a protestar, pero de repente le vino la respuesta a la cabeza: la única belleza absoluta que existía para él.

La luz del norte.

Ya veo... La luz del norte... o sea que la Residencia Y no era pura técnica».

La luz del norte es un homenaje a la arquitectura. De hecho rescata la figura del arquitecto alemán Bruno Taut que, huyendo de la Alemania nazi, estuvo viviendo en Japón varios años, diseñó varias construcciones que aún pueden visitarse y se declaró un ferviente admirador de la arquitectura tradicional japonesa. 

Belleza y arquitectura suelen ir de la mano, aquí también. Las descripciones de las construcciones, el paisaje, los sentimientos que afloran en el pequeño Aose y en el gran arquitecto en el que se ha convertido lo son. Pura belleza. Lo cual no quita para que se hable de corrupción política, prevaricación, ambición sin límites, competencia desleal, abandono o alcoholismo. Como en la vida misma, hay tiempo y lugar para todo.

Puede parecer una novela de suspense, pero en realidad no lo es. O al menos no lo es del todo. Lo que sí es: una novela ideal para amantes de la arquitectura.

Bruno Taut


Comentarios