Vita sexualis. El aprendizaje de Shizo

 


    "Una novela llena de preciados pasajes descriptivos del Tokio de la era Meiji" (Japan Times)

Esta frase quizá describa lo que puede que sea el mayor logro de esta pequeña novela que, al menos para mí, no está a la altura de La bailarina o El ganso salvaje, obras con las que descubrí y disfruté de este autor. En estas el autor se hunde irremediablemente en las profundidades del amor y el destino, consiguiendo construir unas historias (La bailarina relata la historia de amor que mantuvo con una mujer durante su estancia en Alemania) de una enorme belleza.

Hay que reconocerle la sabia forma de combinar dos profesiones de lo más dispares: médico y escritor. Ambas se unen en Vita sexualis para conformar un relato autobiográfico en el que Shizuka Kanai, el protagonista, remeda a un Mori Ogai que busca descubrir el papel que ha desempeñado el sexo en la vida. Esa ansiada primera relación sexual (aunque hay que reconocer que el protagonista parece muy poco proclive a tenerla, de hecho parece un persona completamente asexuada), los impulsos de la niñez, la pulsión sexual, el deseo, el placer...

"La tarea se le presentaba muy ardua. Cuanto más se esforzaba en concretar sus ideas, más penoso le resultaba dar con la palabra adecuada. Kanai pensó que la solución la tendría en el proyecto que había acariciado desde antes. escribir la historia de su propia vida sexual".

Y como no hay mejor forma de demostrar algo que con un ejemplo práctico, decide utilizar su propia vida (de los seis a los veinticinco años) y lo acontecido en ella a ese nivel como material de investigación, de tal modo que comienza el relato de su vida sexual rememorando esa ocasión en que con seis años descubre los libros de estampas con alto contenido erótico (shunga) que no supo "ver". Aquí comienza un viaje en el que recordará aquellas situaciones en las que hubo acercamientos, tocamientos, impulsos, e incluso conatos de agresiones sexuales. Porque si algo hay que agradecerle a esta pequeña novela es la de informarnos con detalle de la vida en ese Tokio de la era Meiji que, como bien decía el Japan Times, describe a la perfección: las relaciones de los chavales en el internado, la homosexualidad, la prostitución, los matrimonios concertados (desde el lado masculino), la infancia... Cosas que apenas si se han descrito en otras novelas de la misma época. Hay pasajes muy tiernos, de una ingenuidad aplastante; otros de gran violencia (dormía con un cuchillo bajo la almohada en el internado); y los más descriptivos de una época en la que Japón se abría al mundo occidental. 

Tachado de pedante incluso por sus colegas, lo cierto es que Ogai fue un intelectual, un científico, una persona muy culta que no dudaba en citar a Shopenhauer o a Rilke en sus obras, además de escribir con un vocabulario muy complejo, arcaico (ideogramas chinos) que no estaba a la altura de muchos, al menos eso seguramente pensaría él. 

Vita sexualis. El aprendizaje de Shizo (Ogai Mori. Trotta 2020)

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