Kinshu. Tapiz de otoño

 


"Fue allí donde vi un cartel que anunciaba un viaje al monte Zaô. Era una fotografía grande llena de árboles con las ramas desplegadas y bañadas de un intenso colorido otoñal."

El autor ya nos hace una primera referencia al título del libro en las primeras páginas. Es la primera carta que Aki le envía a Yasuaki, su exmarido, después de encontrarse con él de manera casual durante el viaje que hace con su hijo Yakutaka a contemplar los árboles del monte Zaô. Una relación epistolar que comienza el 16 de enero de un año cualquiera, diez años después del divorcio que causó "el incidente".

"Querida Aki:

Cuando acabé de leer tu carta no me apetecía lo más mínimo contestarte (...) pero yo también tenía muchas cosas que contarte."

Y de este modo, todo lo que no consiguieron decirse en aquellos momentos surge de manera espontánea. Espontánea, sincera y madura por parte de ella y que al final acaba forzando la respuesta de él. Las relaciones entre seres humanos son complejas, lo son porque los seres humanos a nivel individual lo somos, unos más que otros. La relación de un matrimonio lo es, compleja si, más aún cuando el pasado aflora o se le hace aflorar por... ¿el karma?

Yasuaki es victima de su pasado, al menos eso es lo que él quiere creer, un tipo pusilánime, sin carácter, obsesionado por una mujer de la que ni siquiera está enamorado. Aki también se siente victima, ella de su karma, al menos es lo que también ella quiere creer. No son tan diferentes, en el fondo, tan sólo tienen miedo. ¿De qué?, de descubrir como son en realidad, lo que dejaron atrás, lo que perdieron, lo que no tuvieron el valor de disfrutar, el valor de admitir...

"Creo que he llegado a comprender el significado de la palabra karma. No solo como palabra, sino como una especie de ley inquebrantable. Independientemente de con quién me case, mi karma es que otra mujer se lleve a mi marido."

Impotencia, tristeza, amor, celos, pasión, frustración, rabia, todos aquellos sentimientos que como pareja han disfrutado y sufrido alguna vez surgen en cada carta, surgen porque ambos quieren sanar las heridas que les dejó esa relación a medias quebrada por el adulterio y un intento de suicidio que no fue. Quizá sea ella quien tenga más necesidad de saber los motivos que le llevaron a él a engañarla. Quizá él no esté tan dispuesto a pasar por el mismo calvario, aunque sea tan sólo para recordarlo.

"Tengo la impresión de que seguiré acosándote con más cartas, aunque las rompas y las tires a la basura sin abrirlas."

"¡Qué extraño es todo esto! Y cuánta tristeza hay en esta vida! No, no debería haber escrito esto. Creo que voy a concluir mi carta en este punto. Si sigo escribiendo así, revelaré cosas que más vale que no sean dichas. Por favor, cuídate mucho."

De lo que no cabe duda es que hubo un tiempo en que se amaron, y que ese amor con los años transcurridos y la distancia se ha transformado en un cariño entrañable, en una complicidad pasajera que el lector advierte en cada una de las cartas hasta esa última del 18 de noviembre en la que Aki escribe: ¡Qué inescrutables son los designios de nuestras vidas!

Maravillosamente escrita, delicada y cruda a partes iguales, Teru Miyamoto (Kobe 1947) consigue construir el íntimo universo de una pareja divorciada a través de los desgarradores recuerdos que afloran en cada carta escrita. La novela, que fue publicada en 1982, está considerada una de las grandes obras de la literatura japonesa moderna, y él uno de los autores más respetados de Japón.

Kinshu. Tapiz de otoño (Teru Miyamoto. Hermida Editores 2023)

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