Días de invierno

 

Confieso que elegí este libro por su preciosa portada, una estampa invernal de Kawase Hasui (1883-1957), que me cautivó. Reconozco que los textos, quince relatos, pese a la lírica de su prosa y la sensibilidad de sus descripciones no han sido suficientes para obviar la tragedia con que la enfermedad lo empaña todo. 

Aunque no se consideran textos autobiográficos lo cierto es que el protagonista de ellos, al igual que el propio autor está enfermo, y la agonía, el desaliento, la impotencia, además de una tristeza que sobreviene a cada momento son la norma y no la excepción. No es un libro para leer si pasas por una mala racha, mejor escoge otra lectura porque esta te dejará con el alma hecha pedazos. 

Más allá de que un personaje relate las vicisitudes de sus paseos para contemplar el monte Fuji desde una colina cercana, se acerque a recoger el cheque mensual que le manda su familia, o la estancia en una clínica de reposo, las flores utsugi que florecen en las cunetas o los cerezos que anuncian tempranos brotes son el modo en que la naturaleza, siempre presente en la literatura japonesa, abran un resquicio de esperanza, una nota de belleza ante la calamidad. 

Kaiji Motojiro murió muy joven (1901-1932) y en su corta vida literaria su enfermedad fue su principal motor para escribir parte de los relatos que están recopilados en esta novela. Su primer relato, el primero que fue publicado, Limón, es quizá el más característico y por el que los estudiantes siguen dejando un limón en la sección de libros de Maruzen como hace el protagonista del relato. Sin duda un bello homenaje para una vida tan corta como trágica. 

Días de invierno (Kaiji Motojiro Gallo Nero 2020)

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