Los extraños métodos del doctor Irabu

 

Humor amarillo fue un programa de televisión de los años ochenta de origen japonés que revolucionó el formato de los concursos. El objetivo del programa era que los concursantes sobrevivieran (casi literalmente) a las pruebas que el presentador, Takeshi Kitano, les ponía. Algunas de esas pruebas eran Las zamburguesas, El Laberinto del chinotauro o Los cañones de Nakasone. Recuerdo haberme reído mucho viendo como los concursantes se tropezaban, caían, estampaban y chocaban con los artilugios que el programa proponía a modo de instrumentos de tortura medievales. Con Humor amarillo me reí un montón, con este libro nada en absoluto.

A pesar de leer en la introducción lo mordaz, irreverente y absurdo que supone la aproximación de Okuda al humor contemporáneo japonés, el Japón diferente que plantea como país que sabe reírse de si mismo y no tiene complejos en mostrar lo ridícula que resulta la sociedad moderna (creo que en esto da igual que sea japonesa que occidental) lo cierto es que las aventuras de este obeso, obseso, soez y deslenguado médico no me han seducido lo más mínimo. Se supone que es un psiquiatra con unos métodos poco convencionales (en realidad lo que hace es enfrentar al paciente a su fobia, obsesión, haciendo él mismo de espejo) que lo mismo se compra un móvil carísimo para bombardear con mensajes al jovencito que tiene adicción, como acaba por saltarse las leyes para demostrarle a otro paciente lo ridículo de sus manías, o se convierte en asesor de imagen (por decirlo de algún modo) de una modelo que sufre manía persecutoria. 

Quizá sea que el personaje principal resulte desagradable, que las situaciones parezcan de lo más normal en contraposición con lo absurdos que resultan los consejos, o la reiteración de planteamiento de los casos, pero no le veo la gracia por ningún lado. Ya digo, prefiero Humor amarillo. Y ya puestos la ironía de Soseki, la irreverencia de Tsutsui, o el sadismo de Tanizaki.

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