Estampas del Japón mítico

 


El pintor Ogata Gekkō (1859-1920) fue un artista muy valorado en su tiempo y poco conocido en la actualidad, que se convirtió en el primer artista japonés en ilustrar la obra de Cervantes en Japón...aunque tomándose algunas licencias. Perteneciente al círculo de Okakura Kakuzō, fundador de la historia del arte en Japón y autor de la conocida El libro del te (1906), fue uno de los artistas más importantes del grabado ukiyo-e de la era Meiji (1868-1912) Ensayos de Gekkō (Gekkō Zuihitsu) la obra que Satori editó de manera preciosista en 2020, es una serie de cuarenta y siete estampas, una por cada letra del silabario japonés y constituye uno de sus trabajos más importantes. Estos cuarenta y siete títulos en lugar de ser utilizados como numeración, en realidad el pintor lo que busca es cierto criterio para dar uniformidad a la serie, dada la nula relación de unas estampas con otras. Los temas que componen esta auténtica enciclopedia visual de la cultura japonesa son básicamente cuatro: religión, literatura, historia y tradiciones.

Gekkō es un artista de difícil clasificación, nunca formó parte de ninguna escuela o taller y su formación es autodidacta, trabajó en varias series a la vez y siendo fiel, algo poco común en la época, a un pequeño grupo de editores con los que publicó toda su obra. Estos Ensayos fue una de sus primeras series que comenzó a preparar en 1884, no terminó hasta dos años después, y llegó a publicarse en 1887-88. Otras series fueron Flores del Japón (Nihon hana zue), Doce meses del mundo flotante (Ukiyo Jūnikagetsu), Cuentos de Yamato (Yamato monogatari), o Comparación entre mujeres hermosas y flores (Bijin hana kurabe)

Interesado por la recuperación de la cultura tradicional japonesa en un momento en que el país bebía los vientos por occidentalizarse lo más posible hasta el extremo del ridículo, con la consabida pérdida de la identidad nacional, realizó entre 1892-93 una serie completa del Genji monogatari (Cuento de Genji) de la escritora Murasaki Shikibu (X-XI), la obra por autonomasia del período Heian, llegando a recuperar incluso el estilo yamato-e propio de los emakimono que ilustraron el cuento en el siglo XII.

En el título, Gekkō Zuihitsu, encontramos la palabra Zuihitsu cuyo significado alude a una miscelánea, una recopilación de textos sin ningún orden ni lógica, literalmente “seguir el curso del pincel”, dejar que la escritura avance sin más. Ejemplos de esto sería El libro de la almohada de Sei Shonagon (794-1185), Un relato desde mi choza de Kamo no Chomei (1212) y Las ocurrencias de un ocioso de Yoshida Kenkō (1303). Aludiendo a este último título, en el caso de Ogata serían las ocurrencias de un pintor que ve como los valores que han hecho grande una cultura, la japonesa, se abandonan por copiar una cultura extranjera, extraña y alejada de la identidad japonesa.

Un tema importante es el de los sellos como forma de autentificar las obras. Los artistas japoneses firman con el nombre, no su nombre de pila, el nombre artístico. Todos los trabajos de esta obra están firmados por Gekkō (月耕) con hasta nueve sellos (cuadrado, ovalado, rectangular, calabaza) y nombres diferentes (Gekkō, Ogata Gekkō, Kagyōrō…)

Cada estampa va acompañada de un extenso comentario, una ficha catalográfica que incluye título (español, japonés), serie, firma empleada, sello y editores. El año se ha simplificado al sistema occidental. Un apunte técnico más: la paleta del pintor poco tiene que ver con los colores chillones, planos, que caracterizan el ukiyo-e de la era Meiji, en el caso de Gekkō son los colores suaves, casi diluidos, los que recuerdan a las acuarelas occidentales por su suavidad y transparencia.

Una obra imponente, bellísima, que muestra una gran parte de la cultura tradicional japonesa a través de leyendas (Momotaro, Urashima, La casa solitaria de Asajigahara), fascinantes personajes (Ono no Komachi, princesa Sotoori, Yamato Takeru, monje Saigyō), grandes obras literarias (Heike monogatari, Kojiki, Nihon Shoki), o tradiciones (bailes, ikebana, kimonos, peregrinaciones…)

Una de las estampas, en concreto la número 43, lleva por título Endo Musha Morito (1139-1203) un samurai que cayó en desgracia al enamorarse de su prima, Kesa Gozen, quien ya estaba comprometida con otro hombre (Wataru). Ella, ante su insistencia, promete atender sus deseos si se queda viuda. Lo que Morito desconoce es que su prima se hará pasar por su marido tendida en el lecho, y éste acaba asesinándola. La ilustración muestra el momento en que el samurai accede a la habitación donde está Kesa con la katana en mano, a punto de cometer el asesinato. La puerta del infierno (Kinugasa Teinosuke, 1953) es el título de la versión cinematográfica que ganó el Oscar a mejor película extranjera y mejor vestuario por sus espléndidos kimonos de seda.

Estampas del Japón mítico (David Almazán/Ogata Gekko. Satori, 2020)








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