Kokoro. Ecos y apuntes de la vida íntima de Japón

 


Esta obra que Lafcadio Hearn, escritor y periodista pero sobre todo hombre profundamente enamorado de Japón, terminó pocos meses antes de su fallecimiento es una pequeña muestra de los aspectos culturales más sobresalientes del país nipón en un momento de apertura hacia Occidente tras, como se define en el prólogo, “la apertura impuesta por las naciones occidentales a golpe de cañonazos, junto con el mencionado deseo de Japón” de la era Meiji. Una obra cuyo título Kokoro va más allá de la simple traducción corazón, espíritu, e incluso alma, y que constituye junto con otras dos más, Bushido. El alma de Japón y El libro del te, los tres pilares básicos en la difusión de la cultura japonesa al resto del mundo.

Valores como la delicadeza o la simplicidad son la esencia japonesa que ha ganado la admiración y el deleite de Occidente. Lo hizo entonces y lo sigue haciendo ahora. El autor no puede disimular esa admiración por una cultura tan alejada de la prisa, el ansia por aparentar, o la grandilocuencia y la resistencia. Describe la rutina de un país extranjero que el percibe de manera romántica, sin escatimar elogios para con los japoneses y sus virtudes morales, descubriéndonos accesos sombríos a santuarios de montaña, la falta de escrúpulos de los comerciantes extranjeros, la torpeza de los estudiantes japoneses en matemáticas, mientras realiza análisis políticos y económicos que hoy día tienen un gran valor pues supo ver acontecimientos que solo el tiempo ha confirmado. Es cuanto menos curioso leer cosas como ésta:

“- Si China adopta los métodos industriales de Occidente podrá desbancarnos en todos los mercados del mundo.

- Tal vez en lo que se refiere a la producción barata – respondí – Pero no hay motivo alguno por el cual Japón deba depender exclusivamente de una producción barata. Creo que debería confiar más firmemente en su superioridad en el arte y el buen gusto.”

Escritas en 1893 son palabras premonitorias de alguien que conocía muy bien el sentimiento y la cultura japonesa y que le llevó a considerar a este país como su hogar. Un hogar que describe con benevolencia y admiración, no cabe duda, pero quizá también con la mirada de un occidental convertido. En su crónica apreciamos detalles como las carpas de papel en los tejados para anunciar el nacimiento de un hijo, la belleza de lo efímero en las sandalias de paja o los palillos para comer, la importancia de la familia extensa, la piedad filial, la benevolencia budista, el excelso sentido del honor… Es fácil entender que una cultura tan magnífica dominada por la ocupación extranjera no durara mucho de ese modo. ¡Ni siquiera consideraban a los occidentales humanos!

Un mundo completamente atrasado para los extranjeros, profundamente genuino para los nativos. Un país libre de convencionalismos foráneos que no puede acatar la doctrina de unos misioneros cuya religión pretende convertirse en policía de la moral. La esencia del samurai, la elegancia de la mujer japonesa, el abandono y la pobreza de las clases consideradas impuras, el respeto hacia los muertos, la preexistencia como idea fundamental del budismo… En el siglo XIX la pregunta era: ¿Cuál será el futuro de Japón?

Como el mismo autor explica esta recopilación de documentos, quince ensayos, cada uno con título propio, más un apéndice con tres baladas populares, en realidad habla más de la vida interior de Japón que de la exterior, siendo éste el motivo de que se agrupen bajo el título de Kokoro. Un modo perfecto para acercarse al Japón de Lafcadio Hearn, y amarlo cómo el hizo.

Kokoro. Ecos y apuntes de la vida íntima de Japón (Lafcadio Hearn. Clásicos Satori, 2021)




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