Los atajos de Yuko
El personaje principal, el narrador, es un ser anodino, sin nombre, rostro (en el penúltimo relato se intuye y de hecho le da título), aspiraciones o deseos, que cuenta como se acaba de trasladar al piso superior de una tienda de antigüedades (Furacocoya). Su vida, que se limita a trabajar y dormir arropado en multitud de mantas para combatir el frío, se ve sacudida por lo que les sucede a sus vecinos: el casero y sus nietas, Yuko y Asako, la ilustradora Mizue, el gerente de la tienda, Francoise la exnovia francesa de éste... Proyectos de vida, y de carrera, secretos, amores, trabajos, accidentes, decisiones. A modo de diario los meses se suceden, y él cuenta, desde esa diminuta y fría habitación, con mimo, los detalles más insignificantes: el sonido de un cierre, el color de un semáforo, una sonrisa inexistente, la limpieza de unos cristales, una taza de café humeante, el chisporroteo de un calefactor en medio de la noche...
Esta novela es una incógnita, ni siquiera acierto a decir si me ha gustado mucho o nada. Sin duda es una rareza, como su autor (periodista, analista de videojuegos, escritor) al que le costó triunfar en la literatura, pero que en 2007 se consolidó como uno de los escritores japoneses con más talento de la actualidad al ganar el prestigioso Premio Kenzaburo Oé precisamente por esta obra, la primera traducida al castellano. Merece la pena leerla...aunque al terminar se te quede cara de póker.
Los atajos de Yuko (Yu Nagashima. Quaterni 2013)
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