La cigarra del octavo día

 



¿Hasta qué punto puede nublar el sentido el amor hacia otra persona? ¿Hasta poner en peligro, incluso, la vida de quién más se ama, o quizá de lo que más ama esa otra persona? ¿Es moralmente reprobable responder con daño otro previo?
El libro de Mitsuyo Kakuta también está lleno de preguntas, y no puede ser de otro modo porque la protagonista se va a saltar todas las reglas de comportamiento existentes y va a complicar, no sólo su futuro, también el de la familia de su ex amante. ¿El motivo? Penas de amor.
Es una novela apasionante que no te da tregua, por su intensidad, su frescura, su delicadeza, su ternura. Amor en exceso, por defecto, amor maternal, obsesivo, fraterno, amor en definitiva...quién lo probó lo sabe. Narrada en primera persona por Kiwako, una mujer que sufre la pérdida del hijo fruto de una relación con un hombre casado, y que decide secuestrar a la hija de éste. Desde ese momento madre e hija postizas huirán, hasta acabar en una especie de secta de mujeres en la que pasarán tres años, hasta que un nuevo suceso le hará huir otra vez, acabando en una isla donde la niña, Kaoru, seguirá creciendo, ajena a todo. Sin embargo en un descuido, ella siempre angustiada, alerta, precavida con todo, la imagen de Kiwako, en una fotografía durante la celebración de unas fiestas, da la vuelta al país, y la pesadilla, para ambas, llega a su fin… ¿O acaso acaba de empezar?
En ese momento, cuando el lector ya está acomodado a una historia, donde la protagonista cuenta, a modo de diario, su día a día junto a esa pequeña que a duras penas puede borrar el sentimiento de culpa, la vergüenza, y la desazón de saberse perseguida, a pesar de que se siente la mujer más feliz del mundo cuando cuida de ella y sus bracitos la rodean, el desenlace fatal del descubrimiento abre una nueva novela, y es Kaoru, Erina es en realidad su verdadero nombre, quién toma las riendas de la narración y cuenta su versión de la historia, su historia, a partir del momento en que la policía las detiene en el muelle, a punto de coger un barco para seguir huyendo.
Es una novela muy bella, contada con delicadeza, pero sin caer en la ñoñería, exponiendo lo peor y lo mejor de la condición humana, atreviéndose a indagar en lo más profundo del amor maternal, con madres muy diferentes. ¿Cómo de valioso es el amor de una madre? ¿Es incondicional, o el más egoísta? Pero es que además cuenta lo siniestra, arbitraría e injusta, que puede ser la suerte, hasta el punto de hacernos pensar en nuestras propias vidas. ¿Por qué tengo esta familia, y no otra? ¿Hubiera tenido más suerte si…?
Muchas preguntas, muchas, el libro está repleto de ellas, y no todas tienen una respuesta fácil, cómoda, y mucho menos agradable, pero están ahí porque la vida es así. No lo olvidéis: es preferible ser siempre la cigarra del octavo día... Un placer de lectura.

La cigarra del octavo día (Mitsuyo Kakuta Galaxia Gutenberg 2014)

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