El expreso de Tokio


                                                          

Tatsuo Yasuda era un hombre de unos cuarenta años. Tenía la frente ancha y la nariz perfilada. Su tono de piel era más bien oscuro y tenía la mirada bondadosa y las cejas pobladas pero bien definidas. Era todo un hombre de negocios y su carácter era franco y abierto. Era muy popular entre las camareras del Koyuki. Aun así, nunca intentaba aprovecharse de ellas y las trataba a todas con la misma amabilidad.”

La descripción del hombre no nos invita a sospechar nada raro, ¿no? Pues todo cambia en el siguiente capítulo, y lo que parece un doble suicidio (tema del que Japón no tiene reparos en hablar, y hacen bien a mi modo de ver, ya que dejar de hablar sobre algo no impide su existencia) se convierte en algo más sórdido. 

Precisamente los cadáveres de un oscuro funcionario y una camarera aparecen en una playa de la isla de Kyushu. Y aquí comienza todo, porque lo que aparentemente es un caso sencillo en el que dos amantes han decidido quitarse la vida, a Jutaro Toriga, policía local, no se lo parece, tras observar ciertos detalles que no le cuadran, como el hecho de que el hombre pasara, solo, unos días en un hotel, y el encontrar un único billete de tren en su bolsillo. Los amantes no viajaron juntos. ¿Quedaron allí para perpetrar el suicidio? ¿Realizaron un viaje por separado para cometer un acto tan íntimo? La cosa ya va pareciendo más rara, ¿verdad?

Seguimos leyendo y nos enteramos de que el funcionario pertenecía a un ministerio en el que se acababa de descubrir una trama de corrupción. Debido a este hecho otro policía intervendrá en el caso y se hará cargo de él; el subinspector Mihara, que seguirá contando con la inestimable ayuda del observador Torigai. Definitivamente la cosa se complica: ya hablamos de la muerte de un cargo político. 

¿Suicidio o asesinato? ¿Qué dirán los testigos? ¿Los hubo? ¿Y las pruebas? ¿Qué revelan exactamente? Magnífica. Dos muertes (como veis no digo asesinato) y un viaje en tren. Atención a los horarios...ahí está la clave. Por cierto los horarios de los trenes son los que había en el Japón de 1947. A Matsumoto le llaman el Simenon japonés...no digo más.
(Tit: El expreso de Tokio. Seicho Matsumoto. Libros del Asteroide, 2014)




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