Vida de una geisha. La verdadera historia


Reconozco que he visto la película Memorias de un geisha (Rob Marshall, 2005) una docena de veces, y nunca me había planteado si la historia era fiel a la realidad o no. Así que cuando en un mercadillo topé con esta novela no lo dudé un instante y quise leer la verdadera historia de Mineko Iwasaki, una auténtica geisha contada por ella misma. El vocablo geisha está compuesto por dos palabras: gei (artista) sha (mujer) lo que podríamos traducir como mujer artista, o algo más concreto mujer especializada en un determinado arte. Algunos dirán y no sin razón, artista de la seducción.


La protagonista de esta historia es una niña enamorada de la danza y el arte, cuya disciplina, compromiso y fuerza se hacen patentes desde el primer momento en que comienza a narrar el abandono de su casa para pasar a formar parte de la okiya (casa de las geishas) Iwasaki, cuyo destino acabará en sus manos. Una niña muy pequeña (abandona a su familia con cinco años) que se oculta en un armario cada vez que está contrariada o asustada con el resto del mundo al que no aguanta. Ella misma dice que no le gusta la gente y que prefiere la soledad, la soledad de ese armario, por ejemplo, pero en cambio decide ser la mejor en el difícil arte de complacer a otros, y lo consigue. Con veintiún años fue considerada la mejor bailarina y maiko (aprendiz de geisha) de Japón. Trabajó hasta el límite físico y psíquico (literalmente) siempre buscando la perfección, y con tan solo veintinueve años se retiró.

En el libro asistimos al despegue de su carrera profesional, a la vez que somos testigos del paso del tiempo. Desconcierta un poco (al menos a mí me sucedió) la actitud de la pequeña ante las situaciones a las que se tiene que enfrentar, para descubrir luego la edad. Llena de orgullo y determinación habla de la importancia de la danza, la cultura tradicional, la figura de la geisha como especialista en un arte concreto, o la posibilidad de conocer otras culturas a través de sus clientes. Sin embargo no calla cuando tiene que denunciar los abusos, el retraso cultural, la falta de autonomía e independencia.

En varias ocasiones hace referencia al mizuage, "desfloración ritual", que ella asocia solo al mundo de la prostitución, mientras defiende el paso a la edad adulta de la maiko a través del cambio de peinado, regalos, una fiesta especial...lo llama mizuage, pero en ningún momento se subasta la virginidad. La suya, al menos, no. De todos modos la ceremonia quedó prohibida al finalizar la II Guerra Mundial, como también lo fue la prostitución (1958).

La importancia de la limpieza, la convivencia, el respeto, la contabilidad, su primera menstruación, el primer amor... Es una lectura muy interesante que sirve para contrastar con la novela de Arthur Golden, y su versión cinematográfica. Geishas:mitos y verdades, es un interesante artículo que publicó hace ya tiempo la revista Historia y Vida, que habla de luces y sombras de esta tradición nipona, según algunos ya con fecha de caducidad.

"Las maiko y las geiko entretienen a personas poderosas de todos los círculos sociales y del mundo entero. Somos diplomáticas de facto, debemos ser capaces de alternar con cualquiera, y se espera de nosotras que seamos inteligentes y perspicaces. Con el tiempo aprendí a expresar mis ideas y opiniones sin ofender a otros."

"Como ya he dicho la cultura del karyukai fomenta las relaciones duraderas, basadas en la confianza y la lealtad. Con el tiempo suelen establecerse vínculos muy estrechos entre el ochaya, un cliente habitual - hombre o mujer - y sus geiko favoritas."


"El futuro de la sociedad japonesa es un misterio, pero creo que no me equivoco al afirmar que ya no quedan tantos individuos ricos, personas con el tiempo libre y los medios necesarios para mantener el "mundo de la flor y el sauce"
(Tit: Vida de una geisha. La verdadera historia. Mineko Iwasaki. Ediciones B 2004)

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